Ocurrió una tarde...
…El dios descendente se posó en
los labios de un ángel, una niña de unos 7 años estimo. Esa niña se sentó al
lado mío y dijo te voy a leer una carta. La niña extrajo del comercio dónde
trabajo una carta de esas que se regalan
para determinadas situaciones o eventos. En el instante en que comenzó a leer,
la tierra se detuvo. No existía ni el pasado ni el fututo, sólo el presente.
Los pájaros agolpados en los árboles contemplaban en silencio el discurso en
platea preferencial y la temperatura de los rayos del sol junto con el tenue
viento acariciaban el alma. Con una dicción y una lectura propias de la edad,
se sucedían las palabras, una tras otra dónde la ternura, ingenuidad e
inocencia más puras que mis oídos escucharon alguna vez se expresaban en un
cóctel “sagrado” con la verdad. Ese cóctel, sencillo y humilde, fue una piedra
lanzada a un lago tumultuoso que generó una onda expansiva de silencio y paz.
Lo único que podía hacer era contemplar, no existían preguntas, el mensaje fue
un trueno. Ahora sólo quedan las palabras del mensaje, esperando una nueva
oportunidad para expresar amor….
Las palabras son las siguientes:
¡Nunca bajes los brazos!
Aunque todo parezca que sale mal,
Aunque se esfume algún sueño
y todavía no encontrás lo que buscas.
No permitas que la desilusión te invada.
Podemos estar seguros que lo mejor está
por pasar
¡Viví la vida con ganas!
Nada malo que te ocurra será más fuerte
que el poder que tenés para superarlo
y por supuesto
¡Contá conmigo!
Me pregunto “¿Alcanzan las palabras para describir un
cielo estrellado?”
La respuesta se encuentra
visiblemente en el siguiente texto:
El rey Tecoyehuatzin ofreció su punto de vista. Consideraba la poesía como el único medio de decir palabras que podían transmitir la verdad a los seres humanos en un mundo que es como un sueño, un mundo en el que todo es transitorio y, como la pluma de quetzal, acaba por desprenderse y caer. Éstas son las palabras del rey Tecoyehuatzin:
El rey Tecoyehuatzin ofreció su punto de vista. Consideraba la poesía como el único medio de decir palabras que podían transmitir la verdad a los seres humanos en un mundo que es como un sueño, un mundo en el que todo es transitorio y, como la pluma de quetzal, acaba por desprenderse y caer. Éstas son las palabras del rey Tecoyehuatzin:
Ahora sí oigo las palabras del pájaro
coyoli
al dar respuesta al Dador de Vida.
Hace su camino cantando, ofreciendo
flores.
Y sus palabras llueven
como el jade y las plumas del quetzal.
¿Es esto lo que complace al Dador de
Vida?
¿Es ésta la única verdad sobre la Tierra?
To+
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